domingo, septiembre 17

La Luz

otro dia mas...arriba, el intrincado sol; abajo, Asterion...

Asterión durante mucho tiempo vivió en sombras.
Las manos que no eran vistas, guiaban el caminar, tumbándose a ratos, otros ratos más seguras...
La oscuridad es un estado donde uno se conoce. La oscuridad no te permite ver nada más que hacia adentro. Las nubes tapan todo el resto. Recuerdo el caminar con la sensación nebulosa, vertiginosa, esa sensación de Asterión. Una disociación entre tu y el mundo. Es sentir un aura afuera de ti que te separa de todo lo vivo. Ni las plantas pertenecen a la misma aura. Es desconectarse de la energía vital que lo une todo, para sentir en carne viva la desesperación de la soledad.

Es complicado explicarlo. Es una gran metáfora. Una gran intento fallido.
Porque eso es una metáfora, un burdo intento de transformar un sentimiento en palabras, en lograr darle vida a eso tan vivo que está dentro, que al salir se transforma en algo plano burdo, en letras, en una frase, algo insuficiente. Una metáfora siempre es fracasada, nunca alcanza su meta, sólo trata de acercarse a algo que jamás podrá.

Es complicado vivir en la oscuridad. Pero al mismo tiempo puede llegar a ser placentero. Es cómodo alejarse, encaminar tu vida y sonreir sólo sin motivo y causa aparente. Sí, porque en la oscuridad hay sonrisas y muchas tal vez. Aunque muchas de ellas sean por lo irrisorio de las situaciones, o lo patético que podemos llegar a ser.

La luz existe, y hace poco tomé consciencia de ello. Son haces que vienen a ti. No difiere mucho de la oscuridad, que es lo más paradójico. Es abrirse a la energía, a la vida, unirse al todo y sentir esa sensación de tranquilidad, una sensación porque sí y para sí, no requiere justificaciones ni mayores motivos. Es detenerse, desparramarse por el universo y sentir la alegría del ser. Es sentir a Dios, sentirse Dios, no diferenciarte de nada.

Pero claro, todas estas palabras son una burda metáfora.

miércoles, septiembre 6

El Castigo Divino

otro dia mas...arriba, el intrincado sol; abajo, Asterion...

Asterión nacio maldito, sí maldito por los dioses. Pero, asimismo, nació como un dios; un dios con muchas virtudes y poderes sobrehumanos, muchas cosas que los mortales envidiarian. Asterión así también nació con la soberbia de un dios, que ahora resalta como el pecado más recurrente.

Asterión promete a los dioses, los tienta con su buena fortuna, los enmaraña en historias, propuestas, caminos y desvíos, mas los dioses son de una casta más antigua que la de Asterión y reconocen la parte humana, que hace a Asterión un simple ser más. Aprovechandose de su soberbia lo hacen caer, recaer, sufrir, palpitar su corazón, subir la adrenalina a niveles extremos. La culpa, el miedo, la el fatídico castigo! Asterión no debe desafiar a los dioses, por más que él sea uno de ellos.

El laberinto te refugia Asterión, el laberinto te sigue ahogando y atrapando.
La espada para vencer a los hilos del miedo está perdiendo el filo.
Si se quiebra... aparecerá otra más fuerte, como siempre ha sucedido?
Será el caer el comienzo de un caminar más fuerte?

Asterión deja caer la espada, deja que los hilos se avalancen sobre el y cierra los ojos.
No duele. No se siente nada. Piensa en otra cosa.
Ya habrá tiempo para librarse de ellos.
Mañana, o tal vez mañana... o después de mañana.... o después de mañana...